Díario de Viajes: Día 54
Día 54: Ida de Ljubljana y llegada a Madrid
Después de otra noche de fiestas donde acosté a las cuatro de la mañana, me levanté a las nueve y media un poco nervioso porque mi bus al aereopuerto es a las doce y el vuelo es a las dos y pico, pero todavía tuve tiempo para empacar y hacer el check out. Comí el desayuno en un café de jazz cerca de mi hostal aunque no tocó ninguna banda ese día, las vibras eran decentes y me tomé el café con un jugo de china y unas tostadas de queso. Después de descansar en el café una hora y pico fui al estación de bus donde me transporté al aereopuerto de la ciudad, la cual queda en un campo a media hora del centro: qué esperas la ciudad es pequeña.
El camino hacia el aereopuerto es uno de los paisajes más impresionantes y bellas que he visto en mi trámite hacia un vuelo. Por la carretera puedes ver poblados pequeños con sus igliesitas la cual se encuentran entre valles pintorescas llenas de bosques de pinos verdes y montañas que alcanzan el cielo, casi como estando en una escena del “Sound of Music” . El aereopuerto es bastante pequeño por lo que solo tiene un terminal más una tienda y café al lado del “duty free” pero hay muchas personas viajando hacia y de Slovenia por lo que el aereopuerto puede estar un poco sobrepoblado. Ahí espere otra hora y pico para abordarme en el avión, la cual finalmente pude abordar por una pasarela, aunque admito que caminar en la pista y usar bus hacia el avión es una experiencia.
Mi asiento del avión queda casi al frente bordeando el “buisiness class”, un asiento XL la cual la silla del lado estuvo libre de personas, por lo que tuve más espacio: estuve sorprendido que esta silla solo costó ocheinta y seis euros por lo que en un aereolínea americana o en Ryanair vas a pagar muchísimo más. Ya despegado el vuelo, compré el wifi del avión, la cual solo costó ocho euros para el vuelo entero, y vi video tras video de teorías de la película “Kpop Demon Hunters” y de urbanismo. Ya como a las cuatro de la tarde tuve hambre por lo que ordené una focaccia del avión, la cual tuve que esperar una hora entera para que me lo dieran, me lo dieron jústamente antes de que el avión aterrizara en el aereopuerto de Barajas. Comiendo la focaccia mediocre, carísimo y de la microhonda, se cayó al piso con la salsa de tomate manchando la carpa del avión. Una muchacha bastante linda se preocupó por el pequenño accidente, pero la aseguré que se iba a resolver, recogí la focaccia y la dejé en la bolsa blanca de vómito que te provee el avión.
Después de la saga del focaccia, llegué al terminal del aereopuerto de Madrid, la cual estuvo sorprendidamente vacía en las puertas, la cual cambió el cuento entero cuando salí al vestíbulo del aereopuerto porque estuvo llenísimo de gente esperando a sus seres queridos o amigos. Terminé botando la bolsa con la foccacia por supuesto, claro que no lo voy a comer después de estar más de cinco segundos en el piso. Cogí una vez más el trén de cercanías hacia la estación de Chamartín clara para llegarle a mi hostal. La estación de la Puerta del Sol estuvo cerrado por lo que tuve que bajarme en Atocha y caminar como una mula hacia el hostal la cual queda en la plaza de Tirso de Molina en el barrio de Lavapies, un vecindario en el sur del centro histórico de la ciudad. El hostal que me estoy quedando esta vez es bien chulo por lo que su diseño de interiores es bien lindo y a moda, y las facilidades son bien mantenidas. Tienen un “rooftop” donde puedes comprarte una cerveza y disfrutar del atardecer.
A las siete de la noche me comí unas tapas y una sangría que estuvo normal regresé al hostal donde iban a hacer un “pub crawl” a las diés de la noche, la cual me costó veinte euros. Empezamos por ir a una barra en otro hostal donde me bebí otra sangría mejor pero no tan bueno como otras sangrías que he tratado. Cada bar tenían shots gratis para nosotros, pero no estuvieron tan buenos porque tenían un sirop de manzana que se usan para los vapes, la cual me dio un asco después de tomarlo. Por lo que ya he visitado Madrid varias veces, pensaba que ya sabía sobre la ciudad entera, pero se me destruyó el egoísmo cuando no sabía donde caramba estaba por lo que estaba explorando un barrio nuevo mientras haciendo la actividad.
Primero fuimos a otros dos bares, la cual uno me cobró una sangría de supermercado por seis euros, fuimos a un club, la cual decidimos un grupo de personas y yo que nosotros íbamos a la tienda del lado para comprar licor por más barato para no pagar un dineral en el club. Nos fuimos otravez al hostal para tomar las bebidas la cual quedaba cercca, y después regresamos al club, la cual tenía un evento especial de música latina donde tocaron reggaeton y salsa, la cual sintió como casa porque por este viaje entero he estado escuchando la misma música de pop. A las cuatro y media de la mañana regresé al hostal para irme a dormir, pero no pasó nada porque el próximo día tuve el tiempo para hacer mis cosas.
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