Díario de Viajes: Día 47
Día 47: Llegada a Pula
Me levanté a las cinco y media de la mañana para irme del hostal y esperar a mi nueva amiga para compartir un taxi al aereopuerto. Bajé una vez más hacia la calle Aristóteles para tomarme un café y subir otravez hacia la plaza de Venizolos donde me senté frente a la estatua del prominente primer ministro griego para esperar a mi amiga. Cuando ella llegó le di el efectivo que le debía y fuimos hacia el taxi para que nos llevara al aereopuerto. Cuando llegamos al aereopuerto hicimos todo juntos por lo que su vuelo era orita, por lo que la acompañé a comprar un suvenir, compré un magazin de arquitectura que me costó cincuenta euros, le dije a la cajera que esa revista costaba fácil 20 o 30. Cuando ya era hora de abordar me despedí de mi amiga y hize todo el proceso de ir hacia el avión. El aereopuerto de Thessaloniki es chiquito por lo Que el proceso fue rápido.
El vuelo fue corto por lo que solo era una hora y media, la cual dormí el vuelo entero: ya era hora de aterrizar en la capital croata, Zagreb. Aunque soy de un lugar con mucha verdura, muchísimo más verdura que Zagreb, el verde vibrante de los árboles y la grama me dio un shock a los ojos por lo que estaba un mes y medio en lugares con climas más secas con vegetación más baja. Atravesar el aereopuerto fue fácil por lo que tambiés es pequeño, y pagué ocho euros para el bus que me llevara hacia el centro de la ciudad. El bus me dejó en la estación de bus donde iba a coger el bus hacia Pula, pero primero en mi mente era buscar algo para desayunar. Encontré este lugar de brunch en el pueblo nuevo al lado de una escuela donde me comí una focaccia y un croissant de chocolate acompañado por otro café: estaba bueno el lugar con precios razonables para lo que es.
Después de una hora en el lugar de brunch me fui de rumbo hacia la estación de bus. La estación de bus de Zagreb es probablemente el edificio más feo que he visto en mi vida, una reliquia de la era yugoslavo que me confundió atravesar su espacio y que me dio ganas de vomitar por los colores azul y naranja pintado en el edificio. Fui abajo hacia las plataformas buscando cual era el del bus de Pula, la cual seguía de plataforma a plataforma porque las tablas no te lo decían bien y en poco tiempo. Después de esperar media hora ya llego el bus, la cual cobra por poner tus cosas en la cabina, so me llevé la mochila hacia arriba y lo colocé donde quepara. El autobus tardó muchísimo por lo que tuvimos que pasar por tapón en muchos lugares y hicimos una parada de quince minutos en un café del lado del autopista para comernos algo, me comí un panini de ocho euros la cual estuvo demasiado de caro para lo que es.
Fue bien impresionante los paisajes durante el trámite del viaje, aunque cerca de Zagreb los paisajes son subpares, ya cuando llegas a las montañas vas a ver bosques y bosques de pinos cubrir los valles y pueblitos agrícolas por todos los lados. Cuando estás al otro lado de la cordillera te saluda la costa adriática, con sus montañas rocosas de piedra blanca y su vegetación verde mediterráneo. Bajando por los montes, primero pasamos por la ciudad de Rijeka, la cual encontré dramático por los condominios de bloque que miran hacia el mar y los edificios antiguos que abrazan los montes, pero por la noche escuché de otra persona que no es un lugar interesante para visitar. Ya a las tres de la tarde estábamos en la región de Istra, la cual Pula actua como su centro. No sé porqué pero hubo algo mágico de pasar por los bosques de árboles bajos y los sucros de vino que ocupan la colindancia de Istria a esa hora de la tarde donde el sol empieza a dar un toque dorado a todo. A a las cinco de la tarde ya llegamos a la ciudad de Pula.
Por lo que era un domingo y la ciudad estaba completamente muerta, no vi tantos autobuses en la estación, por lo que decidí caminar los veinte minutos hacia el hostal. Pasé por el centro de la ciudad con su famoso anfiteatro romano, la cual iba a visitar orita si tenía el tiempo. Haciendo check-in en el hostal, acomodé todo en su espacio y vi cuáles eran los planes para ese día. Vi que el anfiteatro o arena cerraba a las nueve de la noche, por lo que me tiré hacia allá. La arena de Pula fue construído en los tiempos de Augusto para entretener los residentes de Pula, una puerto importante donde exportaban vino y olivas de alta calidad hacia el resto del imperio. Es uno de los anfiteatros romanos mejores preservados, por lo que los muros del anfiteatro todavía están de pie, y puedes entrar a la arena donde hay gradas que todavía quedan. Hoy en día, similar a otros anfiteatros romanos que siguen a pie, se usa para conciertos y eventos tales como el festival de cine de Pula. Si quieres ver un anfiteatro romano sin los bullicios y filas del Coliseo en Roma puedes ir a Pula y encontrar esta arena igualmente impresionante.
Por la noche cociné algo del supermercado en el hostal, y comí la cena sin tener ningún plan por la noche. Eso es cuando empezé a hablar con mis compañeros de cuarto quienes iba a otro hostal a hablar con unos amigos, la cual acepté la invitación. A las diés de la noche compramos bebidas en el supermercado para llegarle al otro hostal, donde hablamos con la gente de ahí en la terraza hasta las dos de la mañana, cuando regresamos al hostal y nos pusimos a dormir. El próximo día toca explorar la ciudad en general para conocerlo mejor.
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