Día 30: El barrio de Plaka
7/2/2025
Desperté a las diez de la mañana, cansado por dormir después de otra noche de jangueo en el hostal: que puedo decir tiene un buen bar. Después de un desayuno liviano, trabajé en el blog del Acrópolis la cual tardó una hora y media por el cansansio brutal que estaba sintiendo ese día. Estaba planificando ir al estadio Panatenéico pero después me di cuenta que casi ni tuve el tiempo para llegarle antes de cierre, por lo que decidí que lo iba a coger con calma y caminar por el barrio de Plaka, la parte más vieja de la ciudad moderna de Atenas. Cogiendo el metro a las cinco de la tarde, pensé que en la Plaka no iba a ver mucho para hacer que no sea caminar y tomar fotos lindas de casitas y gatos, pero este distrito tiene muchísima historia, tal como las ruinas antiguas que lo rodea.

Empezé por caminar alrededor del parte norte del Acrópolis, donde entré al parte de arriba del vecindario, donde puedes encontrar casas chiquitas y callejones angostas que te dan una imagen de cómo era Atenas quinientos años atrás. Durante la era medieval y la ocupación otomana, Atenas no era una gran metrópolis como lo era en los tiempos de la antigua Grecia y Roma, sino era un pueblito provincial como cualquiera, pero rodeado de mucha historia y arquitectura famosa. Ya Atenas empezó a crecer una vez más a una ciudad grande en el siglo XIX cuando el recién independiente país de Grecia quizo al pueblo como su nueva capital, resultando en la expansión urbana rápida.

Bajando por los callejones del vecindario, también puedes encontrar pequeñas iglesias ortodoxas y edificios que eran una vez mezquitas, la cual puedes ver la escala de los edificios de esa época en comparación con los tiempos antiguos y la era moderna. El vecindario es bien encantador a la hora que visité, por lo que el sol de la tarde le da una luz cálida a los edificios, y los calores no son tan mal como más temprano en el día. Para mí la última mitad de la tarde es la mejor parte del día por lo que me gusta la vibra, pero si te conviene más por la mañana también es válido.

Ya bajando hacia el centro de la Plaka, te encuentras con unas ruinas antiguas que bordea en Monastiraki, el centro viejo de la ciudad en donde igleisas bizantinas y mezquitas turcas sirven como fondo para las columnas y estoas que era una vez la ágora Romana de la ciudad, un lugar público de reuniones cotidianas en la ciudad. Pasando por la propilea dórica del complejo, puedes ver el plano rectangular típico de la arquitectura pública romana, en donde ves donde quedaba la columnata que cubría la gente del calor. Pensé que los diez euros que pagué para ver estas ruinas fueron perdidas hasta encontrarme con un monumento que es bién reconocido en el mundo de la arquitectura clásica: el torre de los vientos.

El torre de los vientos fue construido en el año 50 antes de cristo para servir como una torre de reloj, aunque tenías que entrar para ver el tiempo. Durante los siglos, este edificio tenía diferentes funciones, tal como una igleisa durante el dominio de Bizancio en la era medieval, y como un lugar de rituales durante la era otomana turca, por la cual el edificio es uno de los edificios antiguos mejores preservados en Europa. El edificio se llama el torre de los vientos por los relieves que están en la parte de arriba del edificio, la cual interpretan los dioses de los vientos grecorromanos, la cual es interesante ver unos relieves decorativos intactos en un edificio antiguo que usualmente durante toda historia se han llevado como botín de guerra o llevado a museos de otros países por arqueólogos. La arquitectura del edificio es marcadamente helenística, por lo que se ve que toman más libertades en el diseño del edificio tal como el cambio del estilo y detalles de los frisos en el interior, y los relieves de los dioses de proporción agrandado. Después de ver ese edificio pude decir que los diez euros vale la pena.

Después de ir a las ruinas de la ágora romana, le llegué a la plaza de Monastiraki, una de las plazas principales de la ciudad, y la principal del barrio de Plaka. En la plaza puedes encontrar una mezcla de las diferentes eras de la historia de Grecia todos al lado de uno a otro. Llegando a la plaza encuentras la biblioteca de Hadriano, una biblioteca antigua romana con planta cuadrada donde en el centro tiene un edificio cemicircular con apses que era una vez covertida a una igleisa bizantina. Puedes ver desde la plaza una de las paredes donde columnas corintias todavía se paran elegantemente frente a una pared ciega. Adyacente a la biblioteca de Hadriano se encuentra la mezquita de Tzistarakis, la cual como ya sabes por ser mezquita se construyó en los tiempos de los otomanos. Este edificio sirve como punto de partida para la calle Pandrossou, un ejemplo del urbanismo turco del siglo XVI encontrado en ciudades de la misma época tales como Sarajevo. El último edificio importante de esta parte de la plaza es la iglesia de Santa María Pantanassa, una igleisa ortodoxa griega con un campanario de estilo renacentista.

Después de ver la plaza ecléctica de Monastiraki caminé por la calle turca para llegarle a la catedral metropolitana de Atenas, una iglesia construída en el siglo XIX la cual marcó el crecimiento urbano de la ciudad en esa época. La igleisa es de estilo neobizantina, la cual usa ventanas de arcos redondos con hollitos circulares en las ventanas. La entrada es bién linda por lo que es una porticada de tres arcos la cual está decorado por un mosaico tradicional de la cristiandad ortodoxa, la cual las piezitas doradas brillan en el sol de la tarde. La plaza de la catedral es mucho más calmado que las otras plazas en el centro de la ciudad, por lo que puedes sentarte ahí y sentir la atmósfera del lugar mientras que el mundo gira y pasa por el tiempo.

Hambriento después de mi caminata, caminé hacia un restaurán recomendado por una persona que conocí en Siracusa: Atlantikos, un lugar de mariscos y comida de mar. Ahí ordené una buena cantidad de comida por lo que los precios para ser comida marítima son baratísimas: comí unos calamares fritas por solo ocho euros acompañado por tzaziki y pancito, la cual añadió a once euros en total, algo que se imagina imposible en América. Después de la cena caminé por la calle Ermou, la calle comercial principal de la ciudad donde todas las tiendas grandes corporativas se localizan, para llegarle a la plaza de Sintaga para tomar el metro hacia el hostal. Ya en el hostal hize lo mismo que la noche pasada pero dormí más temprano.
Hermoso!
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