Díario de viaje: Día 2
Día 2: Llegada a Nápoles
Hoy me desperté a las siete de la mañana, para después irme a coger una ducha fría, y comerme un desayuno afuera ya que voy a comer desayuno de hostal por dos semanas. Después de plancharme la camisa, fuí hacia La mallorquina, que queda frente a la Puerta del sol, pero estaba cerrada a esa hora, así que me fui a comer unos churros con chocolate en la chocolatería San Gines. Todavía encuentro los churros y el café bueno, aunque ha subido un poco de precio, probablemente por la jornada de turistas que va hacia el local, y la expansión que han hecho en los pasados años. Si vas temprano puedes conseguir una silla dentro del local original, pero cuando salí ya hubo una filota de gente esperando a tratar los famosos churros. Después del desayuno fui al hostal para hacer el check out.
Cogiendo el tren de cercanías salí a la parte incorrecta del estación, así que la señora de servicio al cliente de Renfe me ayudó recuperar mi billete. Ya en el tren traté de dar mi asiento a una mujer anciana, pero me dejo sentarme en donde estaba, y ahí me encaminé hacia el aereopuerto para mi vuelo a Nápoles. La entrada al aereopuerto fue bién facil ya que tuve el pasaje digital, y tuve más tiempo para atravesar la seguridad y la puerta de embarque con calma. Ya en el avión, tuve la suerte de tener otra silla libre al lado mío, la cual aproveché en poner mi mochila después del despegue, en la cual saqué mi ipad para trabajar en mis diferentes proyectos. El aterrizaje a Nápoles fue una turbulenta, por lo que el capitán frenó demasiado de tarde, pero además de eso fue un vuelo cómodo.
Aunque el aereopuerto de Nápoles no es el más impresionante, el resto de la infraestructura de la ciudad como las carreteras son bien impresionantes por su escala y altura marcada, la cual pude apreciar tomando el autobus desde el aereopuerto hasta el centro de la ciudad. Por lo que no tuve aceso a señal, caminé por el centro de la ciudad sin saber donde iba, apreciando el granduoso Castel Nuovo desde la gran plaza que lo rodea. Nápoles es una ciudad muy interesante, por lo que no se ve tan limpio como Madrid o Krakovia, pero le da un carácter que probablemente no vas a ver tanto en otras grandes ciudades Europeas.
Ya recordando la Iglesia de Santa Maria la nova de mis innumerables investigaciones de la ciudad por Google Maps, pude encontrar el hostal. La muchacha de la recepción fue muy amigable, y me ayudo con rapidez hacer el check in y me dio consejos de cuando visitar las famosas ruinas de Pompeya. Las facilidades ya son muchos mejores que las del hostal en Madrid, ya que los cuartos son bien mantenidas, y las duchas son más privadas. La area del cuarto piso es bien agradable, ya que tiene el lounge que tira hacia un balcón que mira hacia la ciudad, y tiene un bar en donde puedes conseguir bebidas por bajos precios. Ya en mi cuarto, me di una ducha rápida y una siesta para después explorar el vecindario.
De las muchas cosas que vi explorando el vecindario en que se coloca mi hostal, el lugar que más se destaca sin duda es la iglesia del Gesu Nuovo. La fachada de la iglesia es bien interesante ya que está articulado por bloques grises en forma de pirámides que apuntan hacia la plaza, contrastando con los portales y ventanas blancas. El interior de la iglesia es como entrar a Roma, pero sin los bullicios insoportables. Es un ejemplo destacable del diseño de interiores barocco, por lo que está lleno de frescos sobre escenas bíblicas rodeados por tallas doradas y ornamentos intricadas. Quizás el “give away” del estilo barocco en esta iglesia es la cúpula central, por lo que su encofrado se achica cuando se acerca al centro, dando una ilusión óptica del espacio siendo más grande de lo que es.
Después de explorar otras partes de la ciudad como la Universidad de Campania, y entrar a otras iglesias interesantes, fui al supermercado para comprar comida para la cena, en donde me compré un empanado de pollo, un vegetal similar a la espinaca, que no me gustó para nada, y una ensalada de pimientos, que estuvo bastante bueno. Ya en el hostal, me quedé con mucha sed, por lo que fui al bar para comprarme una botella de agua. La muchacha haciendo de bartender fue muy amable, por lo que me acompañó hacia el balcón para tener una buena conversación. Poco sabía que la bartender iba a ser mi compañera de jangueo esa noche.
Ya por la noche, después de cocinar, y un rendimiento fallido de “Ven devórame otra vez” en el karaoke, acompañé mis compañeras de cuarto, la muchacha del bar y otros latinos en el hostal para salir al Quarteri spagnoli para tomar Aperol Spritz de un euro, y socializar en un ambiente vibrante. Después de eso, unos brasileños que viven en Nápoles nos invitaron a su discoteca “Alter ego”, la cual solo costó cinco euros para entrar con un trago gratis. Aunque el alcohol no fue lo mejor, la atmósfera se sentía cómoda para ser una discoteca, con estatuas clásicas colgando desde el techo, y suficiente espacio para sentarse cuando uno esté cansado de bailar. Bailamos a diferentes canciones de bachata, reggaetón, y “Brazilian phonk” hasta llegar al hostal a las cuatro de la mañana.
Este acontecimiento, incluyendo cosas que pasaron en ese jangueo que son inapropiados para este blog, fue un primer día en Italia muy memorable, en la cual disfruté mucho la atmósfera y vibras de esta grande ciudad, y emocionado para despertarme dos horas después de llegar para visitar las famosas ruinas romanas de Pompeya!
Aquí tengo una galería de fotos arquitectónicas que van a salir en el fin de todos los blogs!
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