Díario de Viaje: Día 18

 Día 18: El sindicato me botó del trén 

6/20/2025

    Quando me quedé solo en Agrigento en un parivado, pensé que no era tan emocionante como quedarme en un hostal por lo que conocí mucha gente que hizo la experiencia memorable, pero parece que no afectó nada mi anticipación por quedarme otravez en un privado en la ciudad de Ragusa. Desde el domingo pasado han estado anunciando por ahí que va a haber una huelga de los sindicatos de trenitalia el viernes, el día en que iba a Ragusa, por la cual puedo admitir estuve bastante nervioso.

    El nerviosismo llegó a su climax la última noche de Siracusa, donde antes de dormir, y llegado de una passeagata por la ciudad que fue bastante brutal, decidí madrugarme a las cuatro y media de la mañana para coger el trén de las cinco y media para evitar la huelga alguna manera. Así que a las cuatro de la mañana, madrugado y con poco sueño, fui a la estación para coger el trén. Yo, un grupo grande de jóvenes americanos, y otro hombre estuvimos casi hora y media parándonos frente del trén hacia Ragusa como bobos, ya que llegó el operador del trén, pero nunca llegó el conductor, así que las puertas nunca se abrieron. 

    Ya cuando todo el mundo se fué, me quedé solito otra hora pensando que el trén me iba a recoger y llevarme a Ragusa, pero el trén se fue solito sin nadie, y yo corriendo como un pendejo (perdón por la palabra, pero ese es la mejor manera de describirme en retrospectiva de esa situación) perdí el famoso trén de las cinco y media. Fuí a la sala de espera en la estación para ver si el trén de las diez y media, la cual compré el boleto, ya todavía está, y como apareció en la tabla, pues fui a comerme un desayuno en el mismo café de los pasados dos días, y fui a sentarme en la playa de Cala rossa en Ortigia hasta que ya era ora de regresar a la estación y coger el trén.

    A la diez y media, el trén llegó en todo su esplendor, con sus sonidos de “woo woo” y los carros todos llenos de graffiti (no sé porque no quitan el graffiti): todo ese esfuerzo, madrugación, y obra dura fue para absolutalmente nada. Pensé que esto era el final feliz del cuento, ya pude descansar y pensar en pajaritos preñados por el resto del día, hasta que el mismo conductor que me validó el boleto para Noto me dijo que teníamos que bajar en Modica porque la estación de Ragusa estaba cerrada por la huelga. Pregunté si había otra manera de llegar a Ragusa desde Modica, la cual me dijo: no sé. Estaba preparado para pagar cincuenta toletes en un Uber.

     Ya cuando llegamos a Modica, bajo su puente masivo que parece del videojuego “Cities: Skylines”, pregunté al chofer de autobuses local, que me dijo que había una estación de bus que tiene buses regulares hacia Ragusa cada veinte minutos al otro extremo de la ciudad, aunque el Google maps estuvo en desacuerdo, así que me puse a caminar. Te puedo decir que el pueblo de Modica es verdaderamente un buen pueblo para estar atrapado, por lo que su calle principal está alineado de bellos edificios baroccos tales como las que he visto en Noto y en Siracusa. Desde la calle, puedes ver el catedral de la ciudad, la cual tiene casi el mismo diseño que la catedral de Ragusa, diseñado por mi pana Rosario Gagliardi: el arquitecto maestro de Noto. 

    Aprovechando que los sindicatos nos botaron del trén en Modica, busqué un buen lugar para comer cerca de mí, la cual encontré este lugar llamado Ricotta & co. Mangiare di casa, un lugar en que se especializa en hacer queso ricotta, pero tienen comida siciliana en general. Para calmarme los nervios, me tomé un vino blanco auténtico de Sicilia, la cual creo que es el mejor vino que he tomado en mi vida, pero olvidé el nombre. Con el vino me comí un queso ricotta fundido con pan al lado para ponerle el queso. Aunque el pan estuvo demasiado de duro, y probablemente viejo, el queso estuvo perfecto, lo voy a decir otravez más, lo mejor que he comido en mi viaje por ahora. Lleno de mi almuerzo, pensé que este percance no estuvo tan mal, por lo que vi, aunque poco de ella, una ciudad que quería ver, pero estaba corto de tiempo en el intinerario, y comí muy buena comida.

    Ya en la estación de bus en Ragusa, compré un billete de bus en el café del lado (no confíen en Google Maps), y esperé con otras personas que estuvieron conmigo en el trén para el bus que finalmente nos llevaría a Ragusa. Antes de llegar el bus, cayó un diluvión la cual probablemente está de madre para los otros europeos esperando ahí, pero para cualquier puertorro como yo, es otra llovizna ordinaria. Fialmente llegó el bus hacia Ragusa, en donde me senté en la parte de atrás, y disfruté de los paisajes montañosas del campo entre los dos pueblos. La llegada a Ragusa es bien dramático, por lo que estás iendo por carreteras sinuosas cuando de nada, aparece el casco antiguo de la ciudad: la Ibla, rematado encima del monte de una manera gloriosa, mientras la niebla se aclara en los montes dando fín al escampamiento de la lluvia. Cuando llegué a Ragusa, pensé que ya, pude descansar, pero percaté que mi hospedaje está al otro lado de la ciudad. 

    Ya sabiendo eso, compré un boleto para el bus local de la ciudad, la cual me monté en uno chiquito que me llevara cerca de la Ibla. Después de ver mucho de la ciudad moderna, ya estabamos en el valle otravez, cruzando de izquierda a derecha por Ibla iendo por la ruta de bus. Casi no me dejó el chofer ya cuando estábamos cerca del hospedaje, así que le tuve que decir que me dejara en la parada próxima. Después de una pequeña caminata por el distrito barocco de siglo XVIII, conocido como el pueblo nuevo, llegué a mi hospedaje, el cuarto privado que he estado esperando desde Agrigento. El cuarto del hospedaje está a calidad de hotel, por lo que tiene amenidades como televisión, una cama cómoda, y un baño que soñaría cualquier hostal todo para mí solo por cuarenta y tres dolares americanos: en Puerto Rico costaría fácilmente doscientos pesos. 

     Ya descansado lo suficiente después de la odisea que experimenté hoy, bajé hacia la Ibla para explorar la ciudad vieja. El casco antiguo de la ciudad es probablemente uno de los pueblos más lindos que he visto, por lo que los edificios forman una vista pintoresca conformándose al monte en que se para, con los precipicios y los montes como fondo para completar el paisaje. Tuve toda la tarde caminando por los callejones y recovecos de la ciudad, hasta llegar a la plaza principal del Ilba, donde se coloca el catedral de la ciudad. El catedral es bien imponente ya que está montado encima de unas escalinatas que te hacen mirar hacia el edificio, dándole una perspectiva forzada dominable. La fachada del catedral también ayuda a la imponencia, por lo que su campanario actua como el centro de la fachada, la cual tres filas de columnas corintias en cada lado te ayuda mirar hacia el centro de la composición. Lo que no me gusta del catedral es su cúpula, la cual detrás de sus columnas usan vidrios para cerrar el espacio; vidrios de las feas azules que usan en algunos rasgacielos. 

    Ya en el final del Ibla, en un parque florido y arbolado detrás de varias iglesias y palazzos, vi el atardecer rozar el valle, la cual estuvo bien lindo, pero me estaba sintiendo un poco solo por lo que ya estaba acostumbrado estar acompañado por gente en los hostales, así que me puse a conversar por whatsapp con una amiga del trabajo la cual duró toda la noche. Hambriento otravez, me fui hacia arriba de camino al hospedaje, donde en unas escalinatas mirando hacia la vista del pueblo mirando hacia el valle, hay un lugar donde venden bebidas junto a unos surtidos de picadera por catorce euros, y te sientan en las escalinatas usando cojines y tablas de madera para la comida. Tomando mi Aperol Spritz, y comiendo una variedad de aperitivos sicilianos, disfruté la atmósfera viva que da el restaurán al área, y la vista espectacular de la ciudad vieja de Ragusa por la noche. Ya satisfecho con mi última noche en Italia  fui al hospedaje otravez para disfrutar de mi cuarto privado. Ya después de bañarme y ver un poco de Youtube a toda boca, dormí en anticipación de mi vuelo a Malta en próximo día.