Díario de viaje: Día 10
Día 10: Monreale y mi último día en Palermo
Comiendo mi desayuno, ya tenía un plan de lo que iba a hacer este día, visitar el catedral normando del pueblo de Monreale, localizado en un monte norte de la gran ciudad de Palermo. No sabiendo lo que iba a hacer después, compré una taquilla para el claustro de la iglesia para las doce del mediodía por trece dólares americanos, ignorante de la cantidad del claustro que estaba abierto, y mis sentimientos causados por esa realización. Mis amigos del hostal planificaron una vista del atardecer en la cima del monte Pelegrino, la cual comprometí llegar a las cinco de la tarde, por la cual rápidamente preparé y marché hacia el estación de bus frente al baluarte del palacio normando para visitar Monreale.
El trámite en bus fue un poco incómodo, por lo que tuve que parar por uan hora entera al lado de la puerta del vehículo aconglomerado, donde gente salía y entraba para transportarse por la vía VIttorio Emanuele, la cual percaté que va desde las orillas del mar hasta la villa de Monreale. Ya después de subir por carreteras sinuosas en los montes sicilianos, recordándome de los chincorreos de domingo en Orocovis o Cayey, bajé en la parada del pueblo de Monreale, donde para llegar a la catedral, subí por un balcón grande con bancos y banderas de Italia y la U.E., mirando hacia los suburbios más lejanos de la ciudad, y por supuesto, Palermo en su totalidad: una vista de todos lados de la ciudad más grande de la isla de Sicilia.
Ya en frente al catedral, con su diseño ecléctico, influenciado por todas las culturas que han dominado la isla, fui hacia la oficina de taquillas de la iglesia donde enseñé mi billete de trece pesos, la cual me dijeron que ese billete es para el claustro solamente, así que fui directamente hacia el claustro. En la oficina de taquillas, la muchacha empleada me dio la taquilla del claustro, pero me recomedó ir al catedral primero, que a diferencia de casi todas las iglesias que visité en Palermo, es gratis.
Entrando a la catedral de Monreale, me quedé boquiabierto con el interior elegante de estilo bizantino, y la escala, siendo más grande de lo que pensaba. Los mosaicos medievales, la cual su fondo es de azulejo de color oro que brilla un reflejo que da la iglesia un sentido sagrado y levantadora, como si el cielo bajaba a la tierra. Los mosaicos cuentan diferentes cuentos del viejo y nuevo testamento, incluyendo los eventos del libro de génesis, la arca de Noé, y el sacrificio de Isaac por su padre Abraham, la cual fue parado por un ángel para probar la fe del famoso profeta. Las columnas de órden corintio que sostiene la nave de la igleisa son originales del siglo II después de cristo, las cuales fueron desplazados por los normandos y puestos en la catedral para su nuevo uso. A diferencia de otros sitios de arquitectura romana, puedes sentarte en ellas y sentir la antiguedad y las historias inumerables del mármol lizo que ha sobrevivido miles y miles de años.
Quizás lo más impresionante del interior es el altar de la iglesia, la cual está cubierto de mosaicos dorados que resaltan los apóstoles, reamtado por un imagen grande de Jesucristo en mosacio localizado en la parte de arriba del altar, la cual su mirada le da una presencia inolvidable en la iglesia, y te da un sentido de comodidad por lo que sientes que te está vigilando y protegiendo. El techo del catedral es algo que también me impresionó mucho, por lo que sus vigas de madera en el nave estaban cubiertos enteramente de ornamentos y diseños florales de colores verde y dorado, completando el interior como conjunto de diseño, y dando la estructura una vitalidad que falta mucho en la modernidad.
El encofrado sobre el coro y altar de la iglesia enseña la influencia musulmana de la arquitectura siciliana, por la cual sus detalles son bien complicados e inspirados por las geometrías sagradas que tanto define el arte islámico. Hablando del arte islámico, puedes encontrar teselados hehcos de azulejos en los pasillos del lado del nave, la cual su geometría e intricadeza te recuerda de lugares como el Alhambra en Granada, o las grandes mezquitas de Isfahan, pero por supuesto, con su toque único de Sicilia, por lo colores verdes y rojos que dominan las obras de la igleisa, y su contexto, integrado en una iglesia estilo bizantino cosntruído por los sucesores de los musulmanes en Sicilia, los normandos.
Visité la catedral cerca de su hora de cierre, por lo que hubo menos bullicios, pero todavía hubo visitas guíadas de como veinte personas, por la cual esperé a que los guardas lo botaran primero para que podía tomar buenas fotos, y ver tranquilamente una vez más la arquitectura bizantina antes de que cerraran las puertas. Ya botado del interior, pude admirar el exterior, la cual es un ejemplo marcado de arquitectura romana cristiana, la cual se destaca por sus plantas alargadas y ventanas de arco medio punto, y una cierta liviandad que orita fue descartado por el sucesor de la forma basílica romana, la arquitectura romanesca. En la parte exterior del altar puedes ver diseños intricados ornamentales hechos de azulejos, la cual se puede ver la influencia musulmán en la arquitecctura religiosa siciliana. La fachada principal de la catedral es de estilo romano, por lo que son tres arcos grandes de medio punto sostenidas por columnas corintias, metido entre dos torres, las cual sostiene el campanario de la igleisa.
Ya terminado de admirar la fachada, enseñe mi taquilla para entrar al claustro del catedral, la cual fue bien linda, pero una grán decepción, por lo que soalmente el patio y los baños estaban abierto al público, trece preciosos dólares norteamericanos por el inodoro. El claustro es bastante interesante porque puedes ver desde ahí la fachada lateral de la catedral con su estilo de basílica romana. Los arcos de la columnata del claustro son apuntados, similar al estilo gótico, resaltado por ornamentos inspirados por la geometría musulmán el extradós, o parte de afuera del arco. Los arcos son sostenidos por arcos de estilo medieval, por la cual sus capiteles varían por arco, un abstracción del órden corintio deccorado con relieves diferentes como humanos o gargoyas. Los fustes de las columnas son salomónicas, las cuales forman espirales, decorados en azulejos y mosaicos sicilianos de diferentes colores vibrantes. El jardín en el centro es de estilo italiano, con plantas mediterráneas diferentes puestos en cada cuadro del jardín para resaltar orden y estabilidad en el espacio. Por lo que la ventilación era fresca, decidí cogerme una siesta de quince minutos, y admirar la arquitectura medieval hasta que sentí un poco de hambre, por lo que busqué un lugar para comerme un panini y tomarme un café.
Después de tanto buscar, encontré un lugar con buenos precios llamado Café bistro del sole, en la cual me sentaron en la parte de afuera para tener un buen almuerzo. Me comí un panini a la caprese con proscuito, la cual fue aceptable de sabor, algo que econtrarías en cualquier café o lugar de emparedados; algo para llevarte mientras un viaje de trén. Lo que sí me gustó mucho de ese lugar fue el arancini de carne y guisantes, por lo que la carne tenía este sabor casi dulce, sabiendo casi igual a mi querido “pulled pork mac n cheese” del supermercado La Hacienda cerca de mi casa, y la parte frita de afuera fue bien crujiente y jugoso. El café estaba bueno de sabor, por lo que no estaba quemado ni tivio, otra cosa buena que puedes tener en ese café. Ya lleno de mi almuerzo, empezé mi viaje atrás a Palermo, donde tomé fotos de las grúas de construcción de barcos desde el balcón, un lugar donde la guarda no me va a coger. El bus a esta hora fue más tranquilo, por lo que todavía tuve que pararme pero no fue algo tan acomglomerada como en la mañana. Ya en el hostal, tomé una ducha y esperé para mis nuevos amigos para irnos a subir el Monte Pellegrino para ver el atardecer.
La llegada hacia el sendero fue difícil, por lo que tuvimos que coger dos buses, uno hacia el teatro Garibaldi, donde tuvimos que caminar otros diez minutos hacia la parada frente al puerto de Palermo, la cual hubo un tapón de madre para entrar a los “ferries” que te llevan a Nápoles y a otras ciudades. Ya cogido el bus, llegamos a nuesto destino, donde tuvimos que caminar una hora cuesta arriba en senderos antiguos de piedra en puentes grandes, la cual vimos muchas cabritas y vistas bien bellas de la ciudad de Palermo, incluyendo el complejo de construír barcos, otravéz cogiendo de bobo la guarda que me paró el día anterior por tomar fotos de las grúas visibles por toda la ciudad.
Mis amigos y yo jugamos un juego de adivinanza hasta llegar a la iglesia de Santa Rosalía, el medio punto para llegar a la cima del monte. Ahí hay varios cafés para comerte un panini y tomarte un Aperol Spritz, aunque estaban cerrados cuando llegamos, y hay máquinas de vender, donde puedes rellenar tu agua y comer meriendas como papitas o galletas. Ya descandaso, subimos por un sendero más natural para subir a la cima del monte, donde pasamos por pastizales bien grades, y diferente flora la cual tuvimos que quitar de nuestras caras; gracias a dios que esta vez no me subió una garrapata en mi pierna, aunque protegido por pantalones largos. Ya subido a la cima, vas a encontrar muchas torres de telecomunicación, la cual tomamos tiempo para encontrar un lugar perfecto para ver el atardecer. Bajando unos cinco minutos de la cima, vimos una lecha con techo de zinc, donde como buen estudiante de arquitectura, afirmé su estabilidad, y nos sentamos para ver el día convertirse en noche.
Ya sentados, nos tomamos nuestras cervezas de Moretti con unas merienditas que comprarmos de un mercado antes de irnos, escuchamos música de la década ocheinta, y conversamos de temas profundos mientras el sol lucía un rojo vibrante y poderoso, un matiz rojo tan poderoso que nunca he visto del sol, y las luces de Palermo lentamente prenderse ya cuando la luna salió en toda su gloria. Vimos muchas cosas pasar desde nuestro punto pacífico: un barco irse del puerto hacia un destino desconocido, un montaje de fuegos artificiales en la distancia casi por Monreale, y más importante, una estrella fugaz, la cual pasó bien rápido, pero de una manera elegante que nunca iba a olvidar.
Ya oscuro el sendero hacia abajo, caminamos con mucha felicidad y sin importar el mundo que nos rodeaba, y yo atrás agarrándome de la pared del sendero para no rezbalarme en lsa piedras lizas en que caminamos, fue un momento en que sentí mucha paz en mí mismo, y pude parar de pensar de todas las ansiedades que nuestro mundo nos trae día a día. Ya terminado la caminata, tuvimos mucha hambre, por lo que paramos en este lugar cerca del comienzo del sendero llamado el restaurante Maracaná, un lugar que te puede recordad de un local de los noveintas como Margaritaville o Bubba Gump Shrimp, pero al fín del día, auténticamente italiano. A las doce del medianoche, mis amigos se comieron un panini de diferentes variedades, mientras yo me bajaba un vino blanco, y un surtido de diferentes comidas fritas sicilianas cubierto de papas fritas, probablemente demasiado de pesado para esa hora, pero necesitado después de tanto caminar.
Después de comer, esperamos al autobús por varios minutos, por lo que no llegó por ser literalmente las una de la mañana, así que decidimos rentar unos “e-scooters” para llegarle al hostal en quince minutos. Me monté encima de mi compañero chofer, y fuimos de rumbo por la avenida que corta la ciudad horizontalmente en mitád, viendo los sitios famosos de la ciudad sin los bullicios y turistas de crucero, tales como el Teattro Mássimo, y el Cuatro Canti, una experiencia vital por lo que pude sentir la brisa en mi cara, y disfruté de la libertad y buena espereanza de la madrugada. A las una y media de la mañana llegamos al hostal, donde me dí una ducha, y me preparé a dormir. Esta estadía en la ciudad de Palermo fue tan inolvidable como mi estadiía en Nápoles, por lo que disfruté el carácter único de la ciudad, donde experimenté la vibrancia de sus playas y su noche de vida, y pude ver la elegancia de su arquitectura y urbanismo ecléctica y elegante. Esto va a sonar clichoso, pero esta estadía fue inolvidable también por las diferentes personas y nuevos amigos que hize durante mi trámite en esta ciudad. Agrigento y su famoso valle de tamplos me espera el día siguiente, y no puedo esperar para mis próximas aventuras por Europa sureño.
Galería de fotos:
Que aventao! Cuidado por esos lares 😮muy bello todo!
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