Díario de viaje día 9
Día 9: La costa de Palermo
Después de otra noche de jangueo en un bar de música en vivo que no recuerdo su nombre y no sale en Google maps, regresé al hostal a las doce de la medianoche, y me levanté a las ocho y media de la mañana para prepararme y hacerme el desayuno: dos huevos revueltos acompañado por el desayuno gratis del hostal. Uno de los huevos salió ya roto, pero no quería gastar comida, así que lo cociné lo más rápido posible, y soprendientemente, no me cayó mal.
Tomándome el legendario capuchino del Café Roma al frente del supermercado, traté de inventarme un itinerario para el día de hoy, pero no pude con toda mi alma. Después de pensar un poco más, decidí visitar lo que queda del Castel del Mar, que queda jústamente en la zona costera de Palermo. De camino al castillo, me atropezé al jardín Garibaldi, un parquecito bien vegetado que queda cerca al final de la calle Vitorrio Emanuele. El jardín está lleno de árboles gigantescas con raízes que van por millas, y palmas que dan variedad de color de verde en el parque y que le da una elegancia botánica al espacio. Los elementos más destacantes del jardín Garibaldi son el pozo en el centro del parque, donde puedes ver escuelas de pececitos nadar por el cuerpo de agua, y los bustos de diferentes próceres de Sicilia y el sur de Italia, incluyendo Guiseppe Garibaldi, el guerrero que unificó el sur de Italia con el resto del país, y el quien le presta su nombre a este parque.
Al fin de la calle Vittorio Emanuele, me encontré al frente de la Puerta de Felice, la cual empieza la seucencia teatral de la vía principal de la ciudad antigua de Palermo, donde puedes encontrar todos los sitios importantes de ese distritio. Es impresionante porque los dos torres de la puerta Felice sirve como una portada al torre de la Porta nuova al fin extremo de la ciudad, viendo donde el casco antiguo empieza y termina en el mismo lugar, y dando al espacio una perspectiva forzada brutal que resalta la unidad visual entre las dos puertas.
Mirando al mar por unos cuantos minutos, empezé mi caminata al Castelo del Mare, donde pagué dos euros para ver los restos de ese castillo. Con esos dos euros, lo único que puedes acesar es el hornabeque barocco mirando hacia el centro de la ciudad, la cual se compone de dos baluartes en los fines extremos de la fachada sur, un revellín conectado por una puente, la cual queda frente la puerta aragonés construido en el 1498 bajo el mandato del rey católico Fernando de Aragón, quien poseía el territorio siciliano en ese entonces. Desde esa puerta puedes ver de lejos el castillo medieval, la cual queda en ruinas por muchas décadas. Como alguien que ha visitado los castillos de San Felipe de Morro y San Cristóbal en mi ciudad de San Juan, las cuales no quedan en ruinas, me quedé un poco decepcionado, pero si quieres aprender los básicos de la arquitectura militar de los siglos XVII y XVIII, es un buen lugar para observar un hornabeque típico con sus características principales todavía en tacto.
Refrescándome viendo unas fuentes danzantes en la marina de la ciudad, vi de lejos unas gruas grandes y un crucero a mitad de su construcción, las cuales pertenecen a un complejo de construcción de barcos, la cual decidí empezar el trámite largo al lado del puerto de Palermo para amortiguar mi curiosidad. Después de lo que se sintió como una sesión de senderismo, llegué al frente de un cobertizo monumental, donde estaban construyendo un barco de cargas, y por supuesto, bloqueado por un control de acceso. Cuando empezé a tomar fotos de las gruas, una guardia se percató del capitalísimo pecado que estaba cometiendo, y me mandó a borrar todas las fotos a frente suyo, la cual como buen turista, obedecí sus órdenes.
De regreso al centro de la ciudad decidí hacer dos paradas para ver los dos teatros principales de la ciudad desde afuera. La primera que vi fue el Teatro Politeama Garibaldi, un edificio de estilo neoclásico que queda al frente de la plaza Politeama. Tiene una estrategia de diseño similar a la de teatro de Gottfried Semper en Dresden, por lo que es curveado con columnas y ornamentos griegas con una estructura estilo arco triunfal en el centro, rematado por estatuas de caballos y personajes alegóricas. Después de dar una buena mirada al teatro, decidí sentarme bajo un banco en la sombra por media hora, porque estaba cansado de mi misión fallado.
Ya descansado, marché cuatro o cinco bloques hacia el teatro más grande de la ciudad de Palermo, el Teatro Massimo, una estructura neoclásica que también trae influencias de la ópera de Garnier en París, por su cúpula frente al área de tarima, la cual complementa la fachada de templo que es compatible con los gustos neo-romanos de una Italia unificada a fines del siglo XIX, y comienzos de siglo XX. La fachada en general, especialmente las escaleras, se ven mas chiquitas de lo que aparecieron en la tercera instalación de “The Godfather”, probalbemente porque lo vi desde un ángulo más bajo y más cerca que las cámaras que usaron para esa película, pero igualmente bello y elegante. Me senté bajo el pronaos, la área entre las columnas y la entrada del edificio, y admiré las columnas corintias y encofrados detallados por unos veinte minutos, para después encontrar un lugar para comer comida auténtica siciliana.
Ya de resultado de mucho buscar y anhelo, me encontré con el restaurán Stuzzicando, la cual queda unos cuantos bloques cerca de mi hostal. Por lo que iba a comer una pasta gratis por la noche en mi hospedaje, decidí tratar la pizza Margarita del local para compararlo con la que comí en Nápoles. Estaba más llena de mozzarella, y la salsa de tomate fresca como siempre, pero la masa estaba un poco duro y medio quemado, por lo que mi veredicto es que la pizza que tuve en Nápoles fue mucho mejor que la de Palermo, pero todavía lo disfruté con mucha felicidad.
Ya cansado de tanto caminar, regresé al hostal a descansar, en la cual me di una ducha, hize pushups en la pared, y me acosté, entreteniéndome con la salpafuera político pasando en los Estados Unidos con las protestas de Los Angeles. Gracias a dios que ahora mismo estoy aquí, lejos de toda la retórica divisiva y ansiedades que nos espeta los políticos, la media corporativa, y los activistas y “influencers” en las redes, algo que se tiene que mejorar como sociedad.
Esta noche probablemente va a ser lo mismo que la pasada, comiendo mi pasta gratis, esta vez con mozzarella alta en proteína, socializando con compañeros viejos y nuevos del hostal, para después salir a beber y a socializar en la vida de noche vibrante de Palermo. Mañana tampoco tengo un plan concreto de que hacer, pero ya el viernes voy a Agrigento, donde voy a ver el valle de los templos, exporar el pueblo, y comerme una buena cena Italiana. No puedo esperar tener más aventuras intersantes como he estado teneindo estos pasados diez dias.
Galería de fotos:
Anda pal! El guardia mando a borrar las fotos? Ten cuidao🥵
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